20 nov 2008

A veces no se puede ser más tonta...

El pastel estaba en el horno, era nuestro desayuno para el día siguiente. La mesa puesta, las velas encendidas, la cena casi preparada, yo con el conjunto de ropa interior más sexy que tenía, y tú todavía por llegar.

Sonó el teléfono, y al otro lado tu voz.
Dos horas después las velas ya estaban consumidas, la mesa recogida, la cena en la basura, yo envuelta en un mar de lágrimas, tú con tu mujer, y el pastel, esperándote, en el horno.